sábado, 11 de julio de 2015

Un mundo contaminado: contaminación atmosférica, acuática y acústica

La acción destructora e irresponsable del hombre ha causado grandes trastornos en el mundo natural. Vamos a analizar seguidamente la contaminación atmosférica, la contaminación acuática o de las aguas y la contaminación acústica o por ruidos. Veremos, asimismo, el problema del aumento de la radiactividad de la atmósfera y los vertidos de residuos radiactivos.

Contaminacion y biologia

- La contaminación atmosférica


La contaminación atmosférica está en constante aumento. Las sustancias nocivas contenidas en el aire pueden provenir de distintas fuentes y se generan porque en la composición del aire (1/5 de oxígeno, 4/5 de nitrógeno en volumen) pueden entrar a veces compuestos químicos nocivos. Polvo, humos y gases, cuando entran en concentraciones importantes en el aire, pueden ser perjudiciales para la flora, la fauna y el hombre, e incluso para monumentos y edificios. Transportados por la lluvia, los compuestos nocivos pueden llegar al suelo, a los ríos y a los mares.

Pero esto no es todo: es probable que la contaminación del aire tenga efectos sobre el clima, causando un calentamiento progresivo de la atmósfera y los consiguientes cambios en las estaciones y las precipitaciones. En las grandes ciudades, la situación es particularmente grave a causa del smog, mezcla de gases de escape, hollín y polvos, que sobre todo en invierno forma una tapadera sobre la ciudad e impide que los gases emitidos por las chimeneas, fábricas y automóviles asciendan a capas más altas de la atmósfera. Es el fenómeno de la inversión térmica, según el cual el aire caliente queda atrapado bajo una capa de aire frío. Otra causa de contaminación atmosférica es la combustión de los residuos, durante la cual se liberan sustancias nocivas, lo que acarrea graves perjuicios para la flora y la fauna.

- La contaminación acuática


Las causas de la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas son muchas: naturales, domésticas, agrícolas, industriales. La contaminación natural tiene lugar cuando, después de acontecimientos atmosféricos de particular intensidad, las sustancias vegetales y animales son transportadas a los valles, donde pueden entrar en putrefacción. Este fenómeno existe desde siempre y las bacterias aerobias ya se encargan de eliminar las sustancias nocivas, produciendo anhídrido carbónico.

Distinto es el caso de la contaminación doméstica producida por el vertido de aguas residuales que terminan en los cursos de agua o en el subsuelo. Hoy, a causa del enorme aumento demográfico, las descargas residuales son excesivas y las bacterias aerobias mueren asfixiadas, cediendo el puesto a las anaerobias que viven sin oxígeno y producen sustancias nocivas (metano, amoníaco, sulfuro de hidrógeno). Por lo demás, sobre esta masa orgánica prosperan los gérmenes patógenos, que son causa de enfermedades como el cólera, el tifus y las disenterías. En agricultura, el uso de fertilizantes químicos (o de un exceso de estiércoles líquidos) y de insecticidas contamina los cursos de agua, las cadenas tróficas terrestres y los mares.

La contaminación acuática de origen industrial deriva de la descarga de sustancias tóxicas o no biodegradables, como el ácido sulfúrico, el mercurio, el cobre, el cadmio (que a menudo se vierten en ríos, lagos y mares sin una depuración previa).

- La contaminación acústica


Una forma de contaminación menos conocida es la que provocan los ruidos. Este fenómeno es particularmente intenso en las grandes ciudades. Para controlar la intensidad del ruido se ha introducido el decibelio (del inglés bell, campana). Tengamos en cuenta que el límite inferior del oído humano se sitúa en torno a los 10 db y que los sonidos por encima de los 90 db pueden provocar daños en el oído, mientras que por encima de 120 db provoca dolor. El ruido que molesta a las personas proviene en gran parte de las fábricas, los martillos neumáticos, los aeropuertos y el tráfico de vehículos, especialmente en algunas horas del día y en zonas de intensa circulación.

- El peligroso aumento de la radiactividad de la atmósfera


Un grave peligro para el hombre y para el medio ambiente lo supone el aumento de la radiactividad de la atmósfera, que puede tener gravísimas consecuencias sobre los huesos, la sangre y sobre todo los caracteres genéticos. Los mismos efectos se producen en la vida acuática. Un primer problema está relacionado con la posibilidad de que se produzca un escape de sustancias radiactivas contenidas en el reactor de la central nuclear.

- El problema del vertido de residuos radiactivos


Otro problema está relacionado con el vertido de los residuos radiactivos (escorias). El combustible agotado, que se repone periódicamente, continúa siendo peligroso durante muchísimo tiempo (miles de años); es por tanto necesario depositarlo en lugares seguros, protegido de todos los daños posibles. Por desgracia, las escorias radiactivas a menudo se descargan en el fondo de los océanos. Mientras los contenedores continúan herméticamente cerrados, no despiertan preocupaciones; a veces, no obstante, los contenedores tienen pérdidas y, gracias a las corrientes marinas, pueden subir a la superficie causando enormes daños a las comunidades acuáticas. Los animales más sensibles a la radiactividad son los cordados; les siguen los crustáceos, los moluscos y los protozoos. En fechas relativamente recientes, el problema de las pérdidas radiactivas salió a la palestra a causa de los graves incidentes acaecidos en las centrales atómicas (como la tristemente conocida de Chernobil).

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