Las mayor partes de las plantas viven en un lugar fijo, por lo que deben adaptarse perfectamente a las condiciones del terreno y del clima. El tipo de terreno condiciona en gran medida a las plantas, muy sensibles a la composición mineral de las rocas que constituyen el suelo: algunas especies vegetales muestran preferencia por terrenos calizos (suelos ricos en carbonato de calcio), como la vid, el olivo, y el Rhododendron hirsutum; otras, por terrenos ricos en derivados del silicio como el Rhododendron ferrugineum, típico de los Alpes occidentales. Pero eso no es todo; también hay plantas que pueden sobrevivir en terrenos salobres y se llaman halóficas (del griego háls, "mar"), como los cocoteros, las acelgas y el Eringium maritimum, que crece en las playas.
Los cocoteros son un ejemplo de plantas halófitas, que sobreviven en ambientes con alta concentración de sal. |
De igual modo, el clima, a través de dos de sus elementos principales, la temperatura y la humedad, influye de manera decisiva sobre las plantas.
- Límites térmicos a la vida de los vegetales
Por lo general los vegetales pueden vivir y desenvolverse solamente dentro de determinados límites térmicos: desde un mínimo de 0º C hasta un máximo de 45-50º C, aunque existen notables excepciones. Algunas algas unicelulares logran vivir a temperaturas inferiores a los cero grados, dando lugar a un fenómeno conocido como "nieve roja"; diatomeas y esquizófitos son capaces de soportar las altas temperaturas de las aguas termales donde viven, a unos 80-85º C; las esporas bacterianas mueren solamente si sufren exposiciones prolongadas a temperaturas superiores a 120º C.
- Humedad en las plantas
En lo referente a la humedad, las plantas presentan exigencias muy diversas: las higrófilas (del griego hygrós, "húmedo") soportan únicamente variaciones muy limitadas del contenido hídrico y en ambientes secos se marchitan con rapidez, mientras que las xerófilas (del griego xerós, "seco"), a las que pertenecen las plantas grasas, pueden adaptarse a los climas más áridos. Para absorber el agua que se encuentra en el subsuelo las xerófilas desarrollan raíces que llegan a gran profundidad, y para retener la mayor cantidad posible de líquido limitan la transpiración al mínimo indispensable, reduciendo su parte aérea (en especial los estomas).
- Condiciones ambientales moderadas
Entre los dos casos límites descritos se encuentran las plantas capaces de vivir en condiciones ambientales moderadas, soportando indistintamente la exposición a la luz solar o la sombra, y las fluctuaciones estacionales de pluviosidad y temperatura.
- Supervivencia de las plantas en medios con mucha o ninguna sal
+ Plantas que viven en aguas con altas concentraciones de sal
Las plantas inferiores, denominadas talófitas (en las que no se distinguen las diferentes partes de que se componen), por lo general viven en el agua y presentan unas características específicas: algunos tipos de algas se adaptan de modo particular a la vida en aguas marinas, donde pueden darse elevadas concentraciones de sales. Las plantas superiores, llamadas cormófitas (en las que se distingue raíces, tallo y hojas), también incluyen especies capaces de vivir en aguas saladas, como los manglares, cuyas raíces llegan a formar en ocasiones praderas sumergidas muy ricas en fauna (zoosteras y posidonias).
+ Plantas que viven en agua dulce
El agua dulce (libre o estancada) es también el hábitat de distintas especies de plantas, que fijadas al fondo con sus raíces pueden flotar o permanecer sumergidas, como el Potamogeton, el Myriophillum y la Nymphea, mientras que otras simplemente flotan en la superficie, como la Lemna palustris.
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