A excepción de las bacterias y otros organismos que dependen del azufre o de otras fuentes de energía, todas las formas de vida de la Tierra dependen directa o indirectamente de la luz. Sin embargo, numerosas especies de criaturas, de animales, que nacen, crecen y se reproducen en la oscuridad de una húmeda caverna o en los escondrijos del subsuelo.
Los murciélagos pasan el día colgados de las ramas de un árbol o del techo de una cueva o edificio, se despiertan con el crepúsculo e inician su actividad de caza o de búsqueda de frutas o néctar. |
- El proteo (Proteus anguinus)
Una de ellas es el proteo (Proteus anguinus), anfibio urodelo de cuerpo muy alargado, de 30 cm de longitud como máximo y que vive en las grutas de la costa este del Adriático, desde Istria hasta Montenegro, y también en una zona aislada del NE de Italia, no lejos de Triestre. El hábitat natural exclusivo de este anfibio son las aguas subterráneas; además de precisar aguas muy limpias y oxigenadas, sus exigencias fisiológicas deben ser muy altas ya que, de todos los intentos de colonización en otras grutas, sólo ha prosperado uno, en Moulis, en el Pirineo francés.
Debido a su vida subterránea, es ciego, está despigmentado y además, es parcialmente neoténico: aunque no en la misma medida que axalotls, llega a la madurez sexual y se reproduce sin experimentar una verdadera metamorfosis como otros anfibios, conservando durante toda su vida la respiración por branquias externas.
- Los murciélagos o quirópteros
Los murciélagos o quirópteros, muchas de cuyas especies se refugian y descansan en cavernas (aunque se alimentan en el medio aéreo del exterior), son también los únicos mamíferos voladores, y deben su capacidad de volar a unas estructuras especiales. Mientras que las alas de las aves están constituidas por plumas y sostenidas por los huesos del brazo y del antebrazo, el ala de los murciélagos está formada por una membrana tendida sobre un armazón constituido por los huesos hipertrofiados de la mano que, en estos animales, se han alargado considerablemente hasta el punto de adoptar el aspecto de delgadas varillas.
+ El patagio, en los murciélagos
Esta membrana es el patagio, una extensión cutánea delgada y a la vez robusta, rica en terminaciones nerviosas, que se extiende desde el dorso hasta los huesos de la mano, desde éstos hasta las extremidades inferiores y, cuando existe, hasta la cola: el conjunto forma un amplio manto que desarrolla una superficie de sustentación bastante extensa.
+ El vuelo de los murciélagos
El vuelo de los murciélagos es un típico vuelo batido, con aleteos alternos de la membrana que, en un primer momento, se desplaza hacia arriba y se repliega hacia atrás, para abrirse luego y desplazarse hacia abajo. Se calcula que el número de aleteos varía de doce a veinte por segundo (según las especies) y que la velocidad media oscila en torno a los 15-16 km/h.
+ El cuerpo de los quirópteros
En comparación con el gran desarrollo del patagio, el cuerpo de los quirópteros es diminuto; la cabeza, siempre bastante pequeña, presenta en muchas especies extraños apéndices o pliegues sobre el hocico o las orejas. En la base de las orejas aparece a menudo el denominado trago, órgano que hace las veces de diapasón. El esternón es carenado y el intestino en proporción, uno de los más cortos de entre todos los mamíferos.
+ El sistema de sonar de los murciélagos
Lo más sorprendente de los murciélagos es su sistema de sonar, dispositivo que el hombre inventó hace apenas unas décadas (y que utiliza la reflexión de las ondas sonoras para localizar obstáculos u otros objetos en las profundidades marinas y para calcular su distancia) y de los que estos animales están naturalmente dotados. El sonar les guía en sus vuelos nocturnos, permitiéndoles efectuar rápidamente giros cuando se acercan a un muro u otro obstáculo y capturar las presas aéreas más esquivas.
Los ultrasonidos se producen en la laringe, con una frecuencia altísima (de 30.000 a 70.000 vibraciones por segundo en los insectívoros y piscívoros; mil veces menos en los frugívoros y en el vampiro) y se emiten luego por las narinas; una vez reflejados por el objeto, el murciélago los capta mediante órganos receptores situados en el trago o en especiales láminas de la nariz.
+ Megaquirópteros y microquirópteros
El orden se subdivide en megaquirópteros y microquirópteros. Al primer grupo pertenecen los murciélagos furgívoros y algunos murciélagos nectarívoros. A diferencia de los microquirópteros –el único suborden que se encuentra en Europa– los megaquirópteros no tienen los ojos atrofiados, y evaporan mucho mejor el agua, lo que les permite llevar una vida más diurna. Tanto unos como otros tienden a ser activos durante la noche y el crepúsculo y a descansar durante el día en lugares frescos y oscuros, o como mínimo sombreados (por ej., en grutas, fisuras de rocas, cavidades de troncos, o colgados de las ramas de árboles de espeso follaje). La posición que adoptan estos animales durante el reposo es característica: con la cabeza hacia abajo, sólidamente aferrados con los pies a un saliente de roca, una rama u otro asidero, envueltos en el patagio como en una amplia capa.
La mayoría de los murciélagos hibernan, es decir, disminuyen su temperatura interna y su metabolismo durante el invierno. Por su número de especies (875), el de los quirópteros es el segundo orden de mamíferos en cuanto a importancia; en la fauna ibérica cuentan con 27 especies y constituyen, por tanto, el grupo más numeroso.
- Los topos
Otro ambiente límite, por lo menos en lo que concierne a los animales superiores, es el subsuelo. Entre los vertebrados más adaptados a este tipo de vida están los topos, dos de cuyas especies (Talpa europaea y T. caeca) pertenecen a la fauna ibérica. La segunda vive únicamente en la mitad occidental y sur de la península Ibérica, mientras que la primera –el topo europeo– tiene una distribución mucho más amplia en casi toda Europa incluida Rusia. En España, sin embargo, se distribuye únicamente por la franja NE, desde Santander hasta la costa mediterránea, y vive sobre todo en los prados alpinos y subalpinos, y en campos de siega; también se introduce en las zonas boscosas donde forma poblaciones muy laxas y dispersas pero casi nunca entre en suelos pedregosos, duros, arenosos o que se inundan regularmente.
+ La morfología de los topos, muy adaptada a la vida subterránea
Los topos tienen una morfología muy adaptada a la vida subterránea: su cuerpo cilíndrico, sin cuello aparente, y sobre todo sus patas anteriores, muy desarrolladas, con el húmero muy modificado y ancho y con una orientación inusual que permite un potente movimiento excavador, les permite excavar largas galerías subterráneas –una compleja red de túneles y cámaras– que abandonan con poca frecuencia y durante cortos períodos de tiempo. El topo europeo, por ejemplo, sólo sale excepcionalmente a la luz; la mayoría de veces lo hace para buscar agua cuando hay una gran sequía o en el momento de la dispersión de los jóvenes de un año de edad.
El topo europeo excava dos tipos de galerías, unas profundas y otras superficiales, que comunican unas con otras mediante túneles verticales u oblicuos y en las que construye nidos de hierba, de hojas o pequeñas ramas a los que se accede por túneles laterales. Apenas sensible a la luz exterior, está activo tanto de día como de noche, y su presenta tres ciclos diarios: durante 4,5 horas caza y se alimenta, las 3,5 horas siguientes descansa en el nido, y así sucesivamente. Sin embargo, cuando los días se acortan, tiende a estar activo durante todo el día y a descansar sobre todo por la noche, a excepción de un único período activo nocturno. Se alimenta principalmente de lombrices que captura en las galerías superficiales y que a menudo almacena en grandes cantidades después de impedirles su capacidad de locomoción mediante una certera dentellada. También se alimenta de arácnidos, larvas de insectos y babosas que se refugian o viven en el subsuelo y, como otros insectívoros, tiene que alimentarse a intervalos frecuentes.
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