domingo, 22 de marzo de 2015

Del somonte a las cumbres

En las amplias llanuras del somonte, destacan los altos chopos que delimitan las propiedades o que flanquean los cursos de agua.

Bosques de montaña y biologia de los ecosistemas

- El chopo (Populus nigra)


El chopo (Populus nigra) crece sin dificultad a lo largo de los ríos y canales donde la abundante humedad le permite un crecimiento rápido.

Esta planta alcanza los treinta metros de altura; tiene la copa esbelta, con hojas en pirámide ahusada, y ramas numerosas y delgadas; las inflorescencias se diferencian siempre en femeninas y masculinas, y en algunos casos las llevan plantas distintas.

- El sauce (Salix alba)


Próximo a los cursos de agua se encuentra el sauce (Salix alba), de ramas resistentes y flexibles, con hojas pequeñas y afiladas, de color verde plateado. Las flores femeninas y masculinas crecen en plantas distintas y se reagrupan en espigas compactas; el fruto es una cápsula verde que contiene numerosas semillas.

- El olmo (Ulmus minor)


Otra constante presencia es la del olmo (Ulmus minor), árbol grande y longevo, con la corteza finamente agrietada y oscura, la copa ancha y extendida, las hojas ovaladas, relativamente pequeñas y gruesas, y de color verde oscuro. Las pequeñas flores rojizas aparecen bastante pronto (de febrero a marzo), antes incluso que nazcan las hojas; los frutos (sámaras) están envueltos en una membrana redonda que, al llegar a la maduración, se separa de las pequeñas ramas fructíferas y es arrastrada por el viento.

- Avellanos (Corylus avellana), carpes (Carpinus betulus) y alisos (Alnus glutinosa)


A medida que la altitud aumenta, el bosque va adoptando su aspecto característico: avellanos (Corylus avellana) de corteza gris, ramas delgadas y hojas redondeadas; carpas (Carpinus betulus, difundidos por casi toda Europa pero prácticamente ausentes de España) de hojas alargadas con el margen serrado; alisos (Alnus glutinosa), cuyas hojas verdes escotadas en el ápice son bien reconocibles por su viscosidad característica.

- El abedul (Betula pendula)


El abedul (Betula pendula) no abunda en los climas templados, está bastante más difundido por el norte de Europa; tiene una corteza blanca, lisa y fácil de arrancar, ramas delgadas, a veces péndulas, hojas en forma de rombo, pecioladas y con flores reunidas en dos tipos de inflorescencias poco vistosas.

- Nogales, robles, hayas y castaños


A mayor altitud aparecen los nogales, los robles, las hayas y los castaños que crean espesas comunidades de plantas, importantes porque constituyen inmensos laboratorios de materia orgánica y porque protegen el suelo de la erosión. Al retener el suelo entre sus raíces, allí donde el agua tendería a llevárselo, almacenan una gran reserva hídrica que, restituida como vapor en las horas más cálidas, tendrá una influencia directa sobre las zonas circundantes.

+ El nogal (Juglans regia)


El nogal (Juglans regia) es un árbol de la familia de las juglandáceas, originario de Asia Central y que se cultiva en las regiones templadas. Tiene una corteza de color gris claro, que se agrieta con la edad; la copa, de grandes dimensiones, está formada por hojas compuestas de 5-9 foliolos elípticos ovalados. Las flores se desarrollan antes que las hojas, en inflorescencias separadas: las masculinas forman amentas péndulos de color verde pardusco, que pronto se ennegrecen y caen; las femeninas permanecen en lo alto de las ramas y se transforman luego en frutas: las nueces.

+ Los diferentes robles


De las varias especies de robles presentes en los bosques de montaña, la más notable es el carballo o roble propiamente dicho (Quercus robur), árbol majestuoso, de copa amplia, con la corteza oscura y costrosa, hojas de color verde brillante, típicas por sus lóbulos redondeados. Puede llegar a los 45 metros de altura y forma bosques en colinas y montañas, hasta los mil metros de altitud, donde tiende a acompañar el roble pubescente (Quercus pubescens). Las flores son insignificantes y carecen de pétalos. Los frutos del carballo tienen un pedúnculo largo y, como todas las bellotas, están rodeados en la base por una especie de pequeño cuenco denominado cúpula, resultante de la transformación de unas pequeñas escamas dispuestas en torno a la flor femenina. Otros robles característicos de la península Ibérica son el roble albar (Q. petraea), similar al carballo y de hasta cuarenta metros de altura pero con frutos reunidos en grupos de 1 a 5, sésiles o con un pedúnculo corto; el roble cerquiño (Q. cerrioides), que vive en el NE de España, el melojo (Q. pyrenaica) y la especie Quercus mas, propia del SO de Francia y el N de España.

+ El haya (Fagus sylvatica)


El haya (Fagus sylvatica), de la familia de las fagáceas, es un árbol montano muy difundido, que forma extensos bosques uniespecíficos desde Noruega hasta las zonas húmedas de las penínsulas mediterráneas. Normalmente de grandes proporciones, también puede presentarse como arbusto. La corteza es lisa y grisácea, la copa bastante ancha y las ramas delgadas. De las yemas ahusadas salen en primavera pequeñas hojas ovaladas de color verde claro que luego se tornan más oscuras. Las flores se desarrollan junto con las hojas bajo la forma de inflorescencias distintas; las femeninas están rodeadas por una cúpula rojiza que, con la maduración completa, deja salir uno de los dos frutos.

+ El castaño (Castanea sativa)


Más importante aún es el castaño (Castanea sativa), de frutos comestibles y de madera bastante resistente. El castaño, que puede alcanzar 40 metros de altura, tiene la corteza pardo grisácea que se agrieta con la edad, y hojas lanceoladas con el margen serrado. Las flores son de dos tipos: las femeninas están circundadas en la base por un único envoltorio verde que, después de la fecundación, se cubre de espinas y desarrolla completamente los frutos formando la castaña.

- El fresno (Fraxinus excelsior)


Otra planta común en los bosques caducifolios de montaña es el fresno (Fraxinus excelsior), de la familia de las oleáceas; con unos 25 a 30 metros de altura, tiene la corteza pardogrisácea, el tronco recto y cilíndrico, desprovisto de ramas a veces hasta una veintena de metros. Las hojas se componen de 9 a 13 foliolos lanceolados; las flores, que se abren antes que las hojas, se reúnen en grandes inflorescencias.

- La hiedra (Hedera helix)


La hiedra (Hedera helix), de la familia araliáceas, es la única liana de los bosques de planifolios; crece espontáneamente sobre el suelo de los bosques y sobre los árboles, asiéndose con fuerza a las ramas mediante sus raíces adventicias. Presenta dos tipos de hojas: sobre las ramas estériles las hojas tienen forma de corazón en la base y se subdividen en 3 a 5 lóbulos triangulares y jaspeados; sobre los ramos portadores de flores, las hojas son ovaladas y enteras, de color verde intenso. El fruto es una drupa globosa que contiene semillas bastante duras.

- Los hongos


Hacia finales de verano, en la fresca penumbra de los árboles se advierte el olor penetrante de los hongos. El grupo de los hongos comprende varias decenas de miles de especies. Los hongos, al carecer por completo de clorofila, son heterótrofos y tienen que vivir como saprófitos o parásitos.

El cuerpo de los hongos es un talo pluricelular único: las células están dispuestas en filas para formar las hifas que, entrelazadas unas con otras, constituyen el micelio, que suele estar inmerso en un sustrato (suelo, madera o estiércol). En los hongos superiores o basidiomicetos, cuando las condiciones de humedad y de temperatura son favorables, el micelio forma los cuerpos fructíferos que vulgarmente reciben el nombre de setas.

- Las coníferas


El paisaje de los grandes planifolios se sustituye por otro tipo de vegetación, el de las coníferas. En torno a los 1.600 metros de altitud y hasta unos 2.300 metros, pinos negros y abetos crecen compactos dejando poco espacio al sotobosque de helechos, arbustos y vegetación herbácea.

Con sus troncos altos y rectos, sus hojas reducidas a acículas y sus flores sustituidas por conos de escamas apretadas, las coníferas son bastante reconocibles: en los valles húmedos del Pirineo o de la cordillera Cantábrica crecen y a veces abundan los abetos de hojas no reunidas en haces sino dispuestas a todo lo largo de la rama; en las zonas más secas dominan los pinos negros de menor altura, que se distinguen por sus penachos de hojas aciulares y por sus conos generalmente péndulos.

- En el límite del bosque: musgos y plantas herbáceas alpinas


En el límite del bosque, el frío y la sequedad aclaran la población arbóreca: los árboles, generalmente pinos negros, adquieren dimensiones más modestas, las copas se vuelven retorcidas por el efecto de los vientos y ceden el paso a los musgos y a las plantas herbáceas alpinas.

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