En todo ser vivo el aspecto, el comportamiento o la fisiología parecen casi haber sido "proyectados" en función del medio en que el organismo vive. Los famosos pinzones de Darwin tienen picos que parecen diseñados a propósito para poder explotar de la forma más eficaz unos recursos alimentarios específicos. La iguana marina de las Galápagos, la única de su género que vive en el mar, posee unos mecanismos fisiológicos del aparato circulatorio particulares, perfectamente adaptados al ahorro de oxígeno en los períodos de apnea.
- Adaptación de los animales al medio en el que viven
Y qué decir de los animales que además de los órganos han adoptado el aspecto externo del medio en el que viven, bien para defenderse o bien para agredir (o una mezcla, como podemos ver en ésta entrada). Existen ejemplos muy conocidos, como el del oso polar, que se confunde con los hielos que lo rodean por su pelaje blanco, o el del camaleón, que cambia de color según el lugar por donde pasa. Los ejemplos de formas vivas maravillosamente adaptadas al hábitat en el que viven podrían ser muy numerosos. La adaptación es el resultado del proceso evolutivo: representa, citando las palabras de Darwin, "la mejora de todo ser vivo en relación a sus condiciones de vida".
- El medio promueve la adaptación con el paso del tiempo
El medio, como se ha mencionado, selecciona de entre una población de individuos a los portadores de características ventajosas (a los más aptos) y promueve en el tiempo la adaptación. No se trata sin embargo de un fenómeno estático: a lo largo del tiempo pueden darse en las diferentes especies cambios para adaptarse a las nuevas condiciones. Los hábitats y los seres vivos se transforman de forma paralela, o bien en un proceso de interacción permanente. Las líneas evolutivas que a lo largo de su historia se han orientado hacia modos de vida demasiado especializados, aun disfrutando de la ventaja de poder explotar mejor los recursos ambientales, llegaron a menudo a caminos sin salida, y en consecuencia se extinguieron. Los cambios ambientales repentinos o radicales no permiten a los seres ligados a situaciones demasiado particulares encontrar la manera ni el tiempo de desarrollar la plasticidad necesaria para "inventar" nuevas soluciones evolutivas.
Individuos poco especializados, genéricos, como por ejemplo los ratones o el mismo hombre (que no por casualidad son cosmopolitas), conservan la aptitud de adaptarse a nuevas condiciones.
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