jueves, 11 de abril de 2013

Reproducción sexual y dimorfismo

En todos los animales que se reproducen sexualmente, incluido el hombre, los gametos masculinos se forman en unos órganos particulares, los testículos, y se denominan microgametos o espermatozoides, mientras que los femeninos, producidos en los ovarios, reciben el nombre de macrogametos, células huevo u ovocitos.

Dimorfismo sexual en el pez combatiente de Siam

- Espermatozoides y células huevo


Los espermatozoides, producidos en elevada cantidad y mucho más pequeños que las células huevo, son capaces de moverse y están formados casi exclusivamente por material nuclear. Las células huevo, mucho más grandes, son ricas en reservas alimenticias indispensables para la alimentación y el crecimiento del embrión en las primeras fases del desarrollo.

- Caracteres sexuales primarios y secundarios del organismos


Testículos y ovarios constituyen los denominados caracteres sexuales primarios del organismo, mientras que los rasgos somáticos que diferencian a los individuos masculinos de los femeninos representan los caracteres sexuales secundarios.

- Dimorfismo sexual


En algunos animales las diferencias morfológicas entre el macho y la hembra son muy grandes, bien a lo largo de todo el ciclo vital o bien únicamente en la época de apareamiento: en estos casos se habla de dimorfismo sexual, que por lo general afecta a las dimensiones corporales. En particular, las hembras son de mayor tamaño que sus compañeros en muchos insectos, arácnidos, moluscos, peces y anfibios; en las tortugas y las serpientes entre los reptiles, y en las aves rapaces (gavilán, halcón peregrino, etc.). Los machos enanos representan un caso límite en Bonelia viridis, una especie de gusano marino en el que los machos, que carecen de ano y de boca y miden sólo entre 1 y 2 mm, viven en grupo adheridos al cuerpo de la hembra, que mide entre 2 y 3 cm y está dotada de una especie de probóscide contráctil rematada en una especie de pabellón para capturar a sus presas. En varias especies de crustáceos parásitos, las hembras crecen desmedidamente transformándose en sacos repletos de huevos, mientras que en el pez abisal Ediolychnus el macho, una vez fijado al cuerpo de la hembra, deja que todos sus órganos, a excepción de los testículos, se atrofien, viviendo en la práctica como un parásito.

Las lagartijas, las iguanas, los agámidos, los galliformes, los avestruces y la mayor parte de los carnívoros, primates y ungulados presentan la situación opuesta: los machos son más grandes y robustos que las hembras. A menudo la diversidad sexual se manifiesta en un grado distinto de movilidad entre los representantes de ambos sexos: la hembra, cargada con el peso de los huevos, ve limitada su capacidad de movimiento o incluso es incapaz de realizar desplazamientos (como sucede en algunos insectos). Los machos de muchos crustáceos, insectos, anfibios y reptiles pueden estar dotados de órganos copulatorios muy desarrollados, indispensables para retener a su compañera durante el acoplamiento.

En los insectos, y también en los anélidos, los machos pueden estar dotados de órganos de los sentidos muy desarrollados y sensibles: probablemente este hecho está relacionado con las tareas de búsqueda de pareja, entre las distintas especies de animales parecidos que pueden ocupar el mismo hábitat. Las antenas del macho de Melolontha, por ejemplo, contienen 50.000 células sensoriales, mientras que las de la hembra sólo tienen 8.000. En las luciérnagas, los ojos compuestos de los machos contienen 2.500 unidades básicas (los llamados omatidios), mientras que las hembras sólo tienen 300. Los machos de las luciérnagas son los que vuelan de noche emitiendo destellos de luz, como señal para las compañeras, que permanecen escondidas y quietas en las hierba: sólo cuando un macho vuela en las proximidades, responden a su reclamo con una débil señal luminosa de reconocimiento y de guía.

+ Diferencias entre sexos en el mundo de los insectos


En el mundo de los insectos las diferencias entre los sexos pueden residir en la capacidad de producir olores o sonidos como medio de reconocimiento. Las falenas hembras, por ejemplo, saben emitir olores de reclamo para los machos gracias a unas glándulas especiales de las que están dotadas, mientras que los grillos, saltamontes y cigarras machos producen ruidos a los que sólo las hembras de su especie son sensibles.

+ Libreas nupciales o de combate


El último grupo de caracteres que diferencian a ambos sexos lo constituyen las libreas nupciales o de combate que numerosos animales adquieren con la llegada de la época de celo, tanto para conquistar a su compañera como para desalentar o desafiar a sus posibles rivales. En esta categoría se incluyen los cuernos de algunos rumiantes, el vistoso plumaje de las aves o las libreas de los peces (es famoso el pez combatiente de Siam), anfibios y reptiles.

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