Si aceptamos la comparación de la estructura y el funcionamiento de un organismo vivo con un automóvil, es lógico suponer que el primero produce también materiales de desecho, procedentes de las distintas actividades celulares. De hecho, los animales eliminan escorias por medio de la excreción. Algunos organismos sencillos utilizan vacuolas capaces de contraerse para expulsar todo aquello que han almacenado como consecuencia de la actividad metabólica.
A partir de los gusanos platelmintos, la presencia de órganos excretores bien diferenciados y especializados es constante en toda la escala zoológica. De esta manera los seres vivos evitan peligrosas acumulaciones de amoníaco, cuyos efectos sobre las células son muy perniciosos incluso en bajas concentraciones. Esta sustancia representa, junto al anhídrido carbónico, uno de los productos terminales fundamentales de las reacciones químicas celulares, y deriva de la degradación de las moléculas de los aminoácidos.
A excepción de raras situaciones propias de los animales más primitivos, que poseen la capacidad de una difusión directa del amoníaco en el medio externo, este compuesto tan peligroso es neutralizado mediante su transformación en formas químicas menos nocivas. Insectos, aves y reptiles eliminan los desechos nitrogenados en forma de ácido úrico, que puede ser expulsado en forma de cristales y mezclado con los residuos no digeridos de los alimentos. Este compuesto, con un elevado contenido de nitrógeno, tiene un elevado interés comercial pues es un óptimo fertilizante natural. A lo largo de las costas peruanas los depósitos de guano (así denominan los indígenas al excremento depositado por las aves marinas que habiten en aquellas latitudes) son tan abundantes que su recogida alcanza una gran importancia económica. En los mamíferos y en el hombre, la excreción se da en forma de urea, un compuesto menos inocuo para las células que el ácido úrico y que requiere ser disuelto en una cierta cantidad de agua para ser expulsado. La estructura y el grado de perfeccionamiento adquirido por los órganos encargados de esta función -los riñones- asegura la eliminación de los compuestos tóxicos y la regulación hidrosalina.
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