martes, 14 de mayo de 2013

La cabeza: huesos del cráneo y de la cara

Sobre la columna vertebral se apoya la cabeza, en la que se distinguen dos zonas: una parte anterior o cara y una posterior o cráneo.

Cabeza en biologia

La primera contiene importantes órganos sensoriales (ojos, nariz), además de la abertura bucal y de la entrada de las vías respiratorias.

- El cráneo y sus huesos


Los huesos del cráneo en cambio contienen el cerebro que, por estar muy desarrollado hacia la parte anterior (al contrario de lo que ocurre en la mayoría de los animales vertebrados), condicionó el desarrollo en esa dirección. En conjunto, el cráneo consta de 8 huesos de los que 4 son pares (los 2 parietales y los 2 temporales) y 4 impares (frontal, occipital, esfenoides, etmoides).

+ Parte inferior del cráneo


Por ser muy complejos el estudio y la descripción de estos huesos sólo describiremos algunas características generales de esta parte de nuestro cuerpo. En su parte inferior el cráneo está formado por huesos gruesos, robustos y resistentes, para soportar mejor las constantes sacudidas que sufre.

+ Base del cráneo


En segundo lugar, en su base se encuentran numerosos agujeros de diferentes tamaños, entre los que tiene una importancia considerable el gran foramen occipital, a través del cual se conecta el encéfalo con la médula espinal. Otras aberturas son utilizadas por los vasos sanguíneos que aportan a la cabeza una sangre rica en oxígeno y en sustancias nutritivas (arterias) y por los que envían de nuevo el flujo sanguíneo hacia el corazón y los pulmones (venas). Otras aberturas, finalmente, dejan paso a los numerosos nervios que conectan el cerebro con la cara, la nariz, los ojos, las orejas, la lengua y otras partes importantes del cuerpo.

+ Bóveda del cráneo


La gran bóveda del cráneo está formada por huesos especiales: delgados, bien curvados, que encajan perfectamente entre sí pero no están articulados, por lo que les es imposible realizar ningún movimiento que, por otra parte, sería innecesario dada su exclusiva función protectora. Estos elementos óseos no derivan de sustancia cartilaginosa, como la mayoría de los huesos, sino que se originan directamente del tejido conjuntivo. El recién nacido conserva durante bastante tiempo dos puntos en el cráneo en los que la membrana conjuntiva aún no ha sido sustituida por la sustancia ósea y se mantiene blanda. Uno de estos puntos, llamado fontanela, es muy amplio y se localiza en el centro de la bóveda superior del cráneo. Todas las partes de la bóveda craneal se transforman poco a poco en hueso y ese proceso se inicia en un punto situado en el centro de la membrana primitiva. En la cabeza de un adulto es posible percibir unas protuberancias que indican los centros de osificación, porque en estas zonas el hueso es un poco más grueso que alrededor. Si pudiéramos ver el cerebro subyacente, comprobaríamos que los abombamientos del cráneo no se corresponden en absoluto con protuberancias del cerebro.

- Abombamientos de la cabeza


En la cabeza pueden contarse por lo menos cinco, fácilmente detectables por palpación: uno a cada lado de la frente, otros dos a los lados de la cabeza (todos ellos centros de osificación de los huesos laterales del cráneo) y el quinto, muy evidente, situado en la línea media del cráneo, en la parte posterior y muy abajo. Este último abombamiento permite la inserción de los músculos y de los fuertes ligamentos de la nuca, cuya misión es soportar el peso de la cabeza y permitir los movimientos de rotación, inclinación y elevación. El cráneo del hombre es mucho más liso que el de otros animales: un gato o un tigre tienen más rugosidades, crestas y protuberancias, relacionadas seguramente con el gran desarrollo de la musculatura mandibular, responsable de todos los mecanismos de presa de estos animales carnívoros.

- Huesos de la cara


Los huesos de la cara son muy numerosos y todos ellos inmóviles, como los del cráneo, a excepción del de la mandíbula, responsable de la masticación. En los maxilares superiores y la mandíbula se insertan los dientes: su localización y su consistencia no deben confundirnos, pues no son parte de las formaciones esqueléticas. En realidad derivan de partes de la mucosa de la boca, que en las primeras fases del desarrollo penetran en el hueso, originando los esbozos dentarios.

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