miércoles, 30 de octubre de 2013

La disposición animal a vivir juntos

Si el grillo, entre los insectos, y el petirrojo, entre las aves, pueden ser considerados los solitarios por excelencia (el petirrojo llega incluso a matar a sus semejantes que hayan osado entrar en su territorio), la gran mayoría de los animales tiene buena disposición para la vida en grupo, por lo menos durante determinados períodos del año: algunos se reúnen para explotar la misma fuente de alimento, otros para afrontar los peligros y las incógnitas de largos viajes migratorios, otros simplemente para ser más fuertes y temibles ante posible agresores.

Vivir juntos

Durante la época de reproducción algunos machos pueden alejarse del grupo, ya que en este período los adultos no pueden literalmente soportarse al contemplar a cualquier semejante como un posible rival en la conquista de una hembra. Por el contrario, numerosos insectos típicamente sociales no consiguen sobrevivir aislados: se ha demostrado, por ejemplo, que las abejas aisladas viven sólo seis días; a los pequeños grupos de una decena de individuos les es más fácil sobrevivir y las condiciones óptimas se dan con un centenar de individuos. La opinión más difundida entre los estudiosos tiende a explicar este hecho con los intercambios de alimento entre los miembros de la sociedad. En muchas especies, dentro de estos grupos se crean diferencias importantes, es decir, jerarquías: se reconoce a un cabecilla (que puede ser el macho más fuerte o la hembra más vieja, como en los elefantes) al que los demás obedecen y al que se le reserva el primer bocado y se le otorga e privilegio de escoger a las hembras. A continuación se encuentran los demás individuos, en función del papel que deben desempeñar en la comunidad en orden de importancia decreciente, hasta el animal menos importante del grupo, que sufrirá atropellos, violencia, humillaciones y ataques por parte de sus compañeros.

Este tipo de jerarquías se refleja asimismo en las relaciones (muy antiguas) entre el animal-humano y el perro doméstico. Este último demostrará afecto y respeto hacia su amo sólo si, en las primeras fases de su unión, puede probar su efectiva superioridad.

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