La temperatura es uno de los principales factores exógenos capaces de disgregar las rocas. Por efecto de la radiación térmica, la temperatura de las rocas y del suelo varía notablemente provocando dilataciones (aumentos de volumen), que corresponden a las elevaciones de temperatura, y contracciones, cuando la temperatura disminuye. La alternancia de dilataciones y contracciones de la roca, ligadas a los cambios térmicos, provocan la rotura de la misma.
- La acción disgregadora de la temperatura
A medida que la fisuración progresa, las grietas se ensanchan y la roca se rompe en fragmentos de pequeñas dimensiones. Se forman así detritos sueltos y sobre la superficie de la roca se observan láminas despegadas como escamas. La acción disgregadora de la temperatura es muy intensa en zonas sujetas a variaciones térmicas elevadas entre el verano y el invierno y entre el día y la noche.
- La presencia de vegetación: doble función protectora
Es también muy importante la presencia de vegetación que tiene una doble función protectora: suaviza el clima evitando grandes amplitudes térmicas y protege la roca sobre la que se halla de la radiación directa.
- La mayoría de rocas disgregadas por acción térmica: en regiones desérticas
Por ello la mayoría de rocas disgregadas por la acción térmica se encuentran en las regiones desérticas, donde la vegetación es prácticamente ausente y donde existen notables dilataciones y contracciones.
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