En los vegetales superiores se dan movimientos provocados por estímulos externos, divididos en dos tipos, que seguidamente analizaremos.
- Los movimientos provocados por agentes ambientales que ejercen una acción según una dirección determinada y que originan una orientación particular de los órganos de la planta
Reciben el nombre de tropismos y presentan una cierta analogía con las taxis. Estas movimientos pueden estar causados por estímulos de distinta naturaleza: fuerza de la gravedad (geotropismo), cantidad de agua presente en el suelo (hidrotropismo), presencia de sustancias químicas (quimiotropismo), presencia de fuentes de luz (fototropismo) o contacto con otros cuerpos (tigmotropismo).
- Los movimientos que se producen en la misma dirección predeterminada por la estructura del órgano que reflejan una orientación precisa respecto a la dirección del agente (se les denomina nastias, del griego nasthè, "posición")
La raíz, por ejemplo, tiene un claro geotropismo positivo (es decir, la tendencia a hundirse hacia el centro de la tierra), que se manifiesta en toda su intensidad en el ápice. Las raíces secundarias son, en principio, menos geotrópicas, pero también se convierten en geotrópicas si deben sustituir al eje de la raíz principal.
El aparato radical es capaz de "percibir" el agua a grandes distancias. Se conocen casos en los que las raíces del árboles lejanos invadieron tuberías de agua porque continuaron alargándose en dirección a la humedad filtrada a través de las tuberías secundarias (hidrotropismo positivo). Las partes aéreas de la planta son en cambio hidrotrópicamente negativas, al igual que las plantas acuáticas que normalmente no abren sus flores en el agua: ciertamente el eje donde se encuentran los órganos reproductores se alarga hasta emerger. Esto demuestra que el hidrotropismo influye sobre el crecimiento.
Los árboles que se encuentran a lo largo de las avenidas de las grandes ciudades se han hecho aún más sensibles en cuento al tropismo de sus raíces. Bajo tierra hay cientos de obstáculos: marañas de cables y tuberías entre los que introducirse y sobre todo alejarse si contienen sustancias venenosas como determinados gases. Al tratar de raíces siempre hay que mencionar el fototropismo negativo: rehúyen la luz, e incluso las raíces adventicias, como por ejemplo las de la hiedra, se desarrollan siempre en la parte sombría. Para el tallo la situación es distinta: éste presente geotropismo negativo y fototropismo positivo. La planta, salvo excepciones, tiende a crecer en altura alejándose del suelo, y, en ocasiones, aferrándose a un soporte. Los casos más extraordinarios se encuentran en las selvas ecuatoriales, donde las lianas trepan fatigosamente a lo largo de los troncos de los árboles, para alcanzar siempre cotas más altas. En este ambiente, elevarse por encima de la maraña de plantas significa sobrevivir, puesto que bajo el denso techo formado por la copa de los demás árboles reina la oscuridad. A la necesidad de alejarse del suelo cabe añadir el irresistible reclamo de la luz, fuente de vida de todas las plantas gracias al mecanismo de la fotosíntesis.
Sin ir más lejos, en las huertas de nuestro país también hay plantas que intentan por todos los medios elevarse del suelo: su ápice vegetativo, igual que un pequeño radar, efectúa un lento movimiento circular, describiendo en el espacio una curva en espiral. Si encuentra un soporte se enrolla a su alrededor siguiendo siempre la misma dirección.
El movimiento en sacacorchos es muy importante desde el punto de vista mecánico, ya que en efecto la espiral actúa como un muelle: si se tira de él, se alarga, contrayéndose de nuevo al cesar la fuerza y volviendo a la posición inicial.
Todas las plantas trepadoras poseen zarcillos, y los científicos han descubierto por qué se ensortijan. Los zarcillos crecerían derechos, pero en contacto con un cuerpo sólido (un palo, un árbol, un hilo, etc.) sienten una irritación que se traduce en un tropismo que les lleva a doblarse hacia el objeto que los irrita, enrollándose a su alrededor. No hay que confundir por tanto la torsión de los zarcillos con la de los tallos volubles.
Este fenómeno se denomina tigmotropismo (del griego thigma, "contacto", y de tropismo). Un tipo particular del mismo es el reotropismo, que es la torsión causada por una veloz corriente de agua que provoca la curvatura de la planta en la misma dirección de la corriente.
El tropismo más llamativo del tallo es debido a la luz (fototropismo). Las auxinas que favorecen el crecimiento se desplazan a las zonas no iluminadas determinando un mayor alargamiento del tallo en aquellas partes que se encuentran a la sombra y su consiguiente inclinación hacia la luz.
Las hojas se comportan de una forma particular respecto a la luz: son plagiótropas (del griego plagios, "oblicuo"), es decir, que se orientan para recibir casi de forma perpendicular las radicaciones lumínicas, y, como ocurre en las leguminosas, modifican su orientación respecto a la incidencia de la luz. No es difícil observar tropismos muy notables, como por ejemplo el del girasol común que cada día rota la corola de su amplia flor siguiendo el movimiento aparente del sol.
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