Los primeros estudios importantes de anatomía tuvieron lugar en el Museo de Alejandría y fueron llevados a cabo por Herófilo de Calcedonia (h. 335-h.280 a.C.) y Erasístrato (310-280 a.C.), quienes, en particular, concentraron su interés en el cerebro y los nervios. Hacia el año 280 a.C., Herófilo clasificó los nervios en sensitivos (receptores de las sensaciones) y motores (estimuladores del movimiento), describió el hígado y el bazo, clasificó la retina del ojo y el duodeno.
Observando las arterias, advirtió que pulsaban: dedujo que no transportaban aire, sino sangre. Erasístrato, que no aprobaba el descubrimiento de Herófilo relativo a las arterias, distinguió el cerebro (parte anterior y superior del encéfalo) del cerebelo (parte posterior y más pequeña). Sin embargo, estos estudios no progresaron ulteriormente, ya que los antiguos egipcios creían que era necesario conservar intacto el cuerpo del difunto para garantizar la vida después de la muerte y prohibieron las actividades de disección en el Museo de Alejandría. Como consecuencia se interrumpió el estudio del cuerpo humano y, por motivos históricos, religiosos y éticos, la interrupción duró quince siglos.