Los marsupiales son mamíferos que se caracterizan por la presencia en la hembra de la típica bolsa abdominal, el denominado marsupio, en la que se introducen las crías, que nacen en un estado embrionario, hasta que acaban su desarrollo.
La particular conformación de las extremidades posteriores de los canguros, muy largas y fuertes, permiten a estos animales realizar grandes saltos. |
Con sus formas variadísimas, los marsupiales recuerdan animales pertenecientes a distintos órdenes difundidos principalmente por las regiones del Viejo Mundo: los wallabies y otros pequeños canguros parecen jerbos, los bandicut-conejos recuerdan a estos lagomorfos, los falangéridos parecen ardillas, los uombats y el koala parecen pequeños osos, el extinguido tilacino tiene un aspecto lobuno, los cuolls un semblante felino, etc.
En este sentido los canguros, a pesar de su aspecto fundamentalmente distinto, son los equivalentes australianos de los herbívoros rumiantes que, en manadas más o menos numerosas, pueblan los terrenos abiertos de gran parte del mundo.
- El canguro gris oriental (Macropus giganteus)
El canguro gris oriental (Macropus giganteus) es el mayor de los canguros: con unos tres metros de longitud (de los 90 centímetros o más corresponden a la cola), pesa de 100 a 150 kilogramos. Tiene el pelaje espeso, liso y suave, casi lanudo y de color pardogrisáceo. La hembra, cerca de un tercio menor que el macho, es poco prolífica: da a luz a una sola cría cada vez, después de una gestación que dura apenas cuarenta días. Cuando el pequeño canguro viene al mundo mide poco más de dos centímetros de longitud y todavía está en estado embrionario; la madre ensancha el marsupio con la ayuda de las patas anteriores y el neonato se arrastra por el pelaje de la madre hasta introducirse en el marsupio para unirse luego sólidamente a una de las mamas. El canguro neonato pasa de ocho meses en el marsupio, donde se nutre de leche materna y apenas se mueve: tan sólo excepcionalmente intenta asomarse con timidez.
Terminada la lactancia, el canguro empieza a alimentarse de hierba y de yemas tiernas, si bien no desdeña raíces y frutos. Los canguros son animales tímidos y asustadizos; aunque erguidos sobre sus patas posteriores alcanzar y a menudo superan la altura de un hombre, no se acercan y, apenas advierten un peligro, huyen dando grandes saltos, reaccionando incluso de un modo excesivo: a menudo, presas del pánico, se dirigen contra el propio peligro o bien chocan contra los obstáculos que ni siquiera parecen advertir. Los canguros grises son poco sociables, luchan a menudo entre sí y sólo se reúnen en pequeños grupos formados por tres o cuatro individuos. Otras especies, en cambio, forman manadas de varias decenas de individuos o a veces de varios centenares.
Ya sean grandes o pequeñas, las manadas están siempre vigiladas por un canguro que hace de centinela y, tan pronto como éste de la alarma, toda la manada se da inmediatamente a una fuga veloz aunque no prolongada, porque los canguros tienen escasa resistencia a la carrera; son, en cambio, formidables saltadores, gracias a las robustas patas posteriores y a la cola gruesa y fuerte (sobre la que se apoyan cuando están erguidos y en reposo). Sus saltos velocísimos, que se suceden a una velocidad de 45-50 kilómetros por hora, pueden alcanzar los nueve metros de longitud y los tres metros de altura.
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