jueves, 26 de junio de 2014

Las morsas, juntas apasionadamente

La vida de la morsa (Odobenus rosmarus), transcurre en gran parte bajo el mar. Este mamífero perezoso, indolente y errabundo alcanza las 1,7 toneladas de peso (los machos, ya que las hembras no superan las 1,25 toneladas); tiene una capa de grasa de 10 centímetros y la piel muy espesa (puede superan los 5 cm).

Grupo de morsas
Un grupo de morsas, fácilmente reconocibles por los característicos colmillos; de carácter indolente y pacífico, se vuelven peligrosas si se las amenaza.

Objeto de una brutal caza por sus defensas de marfil (que superan un metro de longitud en el macho), las morsas pueden sumergirse hasta los ochenta metros de profundidad, aunque suelen hacerlo entre diez y cincuenta metros, y pueden permanecer allí hasta 10 minutos.

- Las morsas, grandes navegantes


Las morsas no tienen la fuerza suficiente para romper el hielo, y por ello viven en el margen de las zonas heladas. Grandes navegantes, las morsas hembras pueden desplazarse hasta 3.000 kilómetros de su morada estival, que se encuentra mucho más al norte que la de los machos; por el contrario, los machos adultos no acoplados prefieren instalarse algo más al sur donde, formando grandes bancos, esperan la llegada de las hembras. Cada macho adulto tiene de una a tres hembras que conquista después de luchas fatigosas y cruentas a base de golpes de colmillos. Las crías nacen después de 15 o 16 meses de gestación, pesan apenas 65 kg y tienen 1,5 metros de longitud.

Una morsa en el hielo

- De territorio estadounidense a territorios de la ex Unión Soviética


La morsa es un animal muy gregario que pasa la mayor parte del verano tumbado al sol en tierra firme o sobre el hielo, en estrecho contacto con sus cónyuges. Toda la estación invernal de la subespecie del Pacífico (Odobenus rosmarus divergens) transcurre en territorio estadounidense (Alaska), mientras que en verano se desplaza hacia los territorios de la ex Unión Soviética.

- La morsa, un animal en peligro de extinción


Este simpático animal está en vías de extinción, tanto que hacia la mitad del pasado siglo rozó el exterminio definitivo a causa del comercio de sus apreciados colmillos de marfil. Hasta aquella época prácticamente no existía regulación alguna para su caza: la "Walrus act" o "Ley de la morsa", en efecto, se remonta a 1941, fecha en que los EUA prohibieron la caza de este pinnípedo; en 1956 le tocó el turno a la Unión Soviética; a mitad del pasado siglo, los ejemplares que quedaban sumaban unos 40.000 (frente a los 200.000 originarios). La especie se ha recuperado en gran medida, hasta el punto de que en 1980 los efectivos sumaban 250.000 cabezas; sin embargo, el aumento del número de ejemplares pone en entredicho su supervivencia: la extensión de su hábitat se ha reducido porque el hombre contamina con el petróleo zonas antes vírgenes.

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