martes, 18 de febrero de 2014

El mar y el origen de la vida

Los científicos coinciden en que la vida tuvo su origen en el mar. El agua es el elemento principal de la vida en nuestro planeta: en su ausencia no puede existir ninguna forma de vida conocida. Las aguas cubren el 72% de la superficie del globo; dicha superficie se reparte entre un 97% de agua salada (mares y océanos), un 2% de agua dulce (ríos, lagos y aguas subterráneas), un 1% de nieve o hielo y un 0,002% de vapor de agua de las nubes y humedad.

El mar y el origen de la vida
El agua ocupa el 72% de la superficie de nuestro planeta.

- La presión osmótica y el mar como cuna de la vida


Una de las pruebas que apoyan la hipótesis de que el agua es la cuna de la vida se basa en que los organismos vivos más simples y los que contribuyeron a las primeras fases de la evolución de la vida tienen la misma concentración salina que las aguas salobres costeras. Cuando existe una concentración distinta en el interior del organismo y en el ambiente que lo circunda, se crea una diferencia de presión denominada presión osmótica.

Tan sólo los organismos más evolucionados han desarrollado las funciones que les permiten vivir en ambientes cuyas concentraciones salinas difieren de las que existen en el interior del organismo.

- La presión osmótica variable


En algunos casos, la naturaleza ha aportado soluciones alternativas: ciertos invertebrados tienen una presión osmótica variable porque carecen de los mecanismos que les permiten mantener constante la presión de sus tejidos cuando varía la presión de sus tejidos cuando varía la presión ambiental; todos los vertebrados, muchos artrópodos y algunos anélidos y platelmintos poseen en cambio la propiedad de regular la presión osmótica de tal forma que son casi por completo indiferentes a las variaciones ambientales, gracias a una baja permeabilidad de su tegumento frente a los líquidos y a su capacidad segregar activamente sales a través de las branquias o del aparato digestivo. Por lo demás, las múltiples sales que entran a formar parte de la composición del agua de mar (cloruro de sodio y de magnesio, sulfato de magnesio y de calcio, y muchísimas más) pueden colmar las diversas exigencias de la vida vegetal y animal, a la que suministran los elementos esenciales para la formación y el recambio de los tejidos.

Un caso típico es el del bicarbonato de calcio, gran parte del cual es fijado por los animales y las plantas marinas para la constitución de los caparazones y las conchas. Además del agua, la luz es el factor físico principal ya que resulta indispensable para los microorganismos productores del sistema; permite la fotosíntesis, condiciona el estado de visibilidad y la distribución animal a las distintas profundidades, e influencia las modalidades y la posibilidad misma de movimiento de los animales.

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