De todas las funciones sensoriales fundamentales en la vida de relación, una de las más importantes es sin duda la sensibilidad táctil o tacto. En efecto, a través de ella entramos en contacto con el ambiente que nos rodea y recibimos innumerables informaciones.
- Sensaciones táctiles superficiales, de presión, dolorosas, térmicas o vibratorias
Naturalmente, las distintas sensaciones que se reciben del exterior se diversifican según su "calidad" y la sede de los estímulos que las provocan. Leves contactos sobre la piel determinan sensaciones táctiles superficiales, mientras que contactos más fuertes y profundos (como por ejemplo la presión ejercida sobre la piel por un cuerpo sin cantos) provocan sensaciones táctiles profundas o de presión. Los pinchazos, los golpes, las fuertes presiones suscitan sensaciones superficiales o profundas dolorosas. El contacto con objetos calientes o fríos determina sensaciones térmicas. Por último, las vibraciones de algunos cuerpos, como por ejemplo un diapasón, provocan una sensación característica denominada sensación vibratoria. Todas estas sensaciones tienen la misión de informar de lo que sucede en la superficie del cuerpo.
- La función sensorial
La función sensorial colabora también en el control y en la regulación de los movimientos, control que en parte es consciente y en parte sucede de forma automática. En cuanto al dolor, la cuestión es más compleja, pues aún no se ha determinado si el dolor puede ser considerado como una sensación en sí misma o bien como una cualidad que algunas sensaciones de naturaleza distinta pueden asumir en determinadas circunstancias. Cuando un estímulo de cualquier tipo (táctil, térmico o de presión) toca alguna parte del cuerpo, la primera reacción es una señal genérica: nos damos cuenta de que algo ha sucedido gracias a ese estímulo. Esa percepción genérica de una sensación agradable o desagradable según la naturaleza del estímulo. Además somos capaces de analizar las sensaciones, es decir, reconocer qué es lo que nos ha tocado y en qué parte del cuerpo, valorar la intensidad de la sensación, las diferencias de peso, la temperatura, etc.
- Alteraciones de la sensibilidad: causas internas o externas
Pueden existir alteraciones de la sensibilidad debidas a causas internas o externas: la sensibilidad superior a la normal se denomina hiperestesia, la inferior a la normal, hipostesia y la falta total de sensibilidad -que puede ser provocada artificialmente, como en el caso de las intervenciones quirúrgicas- se llama anestesia. En la piel existen receptores táctiles (es decir, puntos que al ser estimulados transmiten exclusivamente sensaciones táctiles) y receptores térmicos para el calor y el frío. En la piel, más concretamente en la dermis, se encuentran terminaciones táctiles aisladas o bien corpúsculos táctiles, entre las papilas que sobresalen de la superficie de la dermis.
- Corpúsculos táctiles: de Pacini, de Meissner o de Krause
Los corpúsculos táctiles son de distintos tipos: los corpúsculos de Pacini, los más grandes, están formados por laminillas concéntricas que delimitan una pequeña cavidad rellena de materia gelatinosa en la que se ramifica una fibra nerviosa. Los corpúsculos de Meissner, más pequeños, están formados por una cápsula en la que se encuentra una fibra nerviosa central, que discurre en espiral emitiendo expansiones que terminan en discos táctiles. Los corpúsculos de Krause, muy pequeños, están formados por una cápsula rellena de una sustancia gelatinosa, en la que penetra una fibra que se subdivide en numerosas expansiones formando un auténtico ovillo. Las sensaciones táctiles de presión propiamente dichas proceden de los corpúsculos de Pacini y de Meissner, mientras que las térmicas proceden de los corpúsculos de Krause.
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